Expondré ahora una pequeña lectura de Nietzsche en la que rompe absolutamente con el concepto de "salvación", empleado en al arte griego como catarsis y mostrado por Nietzsche como fundamento de la metafísica romántica.
· Mi comentario se basa en una interpretación que hace Peter Bürger; Nietzsche apela al arte como salvación, pero interpretando a su vez a Wagner, en una época en que Nietzsche "parece" seguir al maestro; digo "parece", porque si estudiamos a fondo la biografía de Nietzche yo pensaría más bien en un cumplido de Nietzsche hacia Wagner, sabiendo el propio Nietzsche lo que hacía en ese momento; bien, pues el pensamiento central de primer capítulo de el nac. De la trag. es el de la salvación. Se necesita de ella porque la verdad y el horror coinciden y hacen la acción imposible; es el arte apolíneo el que “nos incita a sobrevivir como complemento y cumplimento de la existencia”, (cita de N.). La salvación es la liberación de la “voluntad”, entre comillas porque se refiere al concepto schopenhaueriano, otro manipulador de la personalidad de Nietzsche. Todo ello desarrollado en una “hipótesis metafísica”: “El ser verdadero y el uno originario en tanto que eterno sufrimiento y contradicción necesita para su perpetua salvación de la visión arrebatadora y de la apariencia feliz”; donde nuestra existencia empírica la genera el propio uno originario, y es la apariencia. Igualmente el arte dionisiaco tiene el signo de la salvación: “mediante un sentimiento místico de unidad”, y es COPIA del uno originario: “El yo del poeta lírico resuena desde el abismo del ser”; y nos liberamos ahora de nuestra voluntad individual convirtiéndonos en médium a través del cual el uno originario festeja su liberación en la apariencia. Por tanto no cabe huir más del mundo para recuperar el mundo y la apariencia; es una teoría de la apariencia estética absoluta, fanática; la separación de lo estético de su base experimental, el sufrimiento real, hace a Nietiezsche mirar a la esencia, y cuando nos quedamos “con la fascinante apariencia dionisíaca” sin esencia, ya nos ha manipulado el uno originario. De todo ello, se sigue la pureza de la experiencia estética, la salvadora del actual mundo corrompido, o la absolutización de la experiencia estética; pero la violación de las normas también es un suceso estético, como la alegría de Nerón ante la quema de Roma. Si nos quedamos en el contexto de orientaciones normativas, el arte se convierte en moral. La provocación de una norma es sólo eso, no es una apariencia absoluta.