Arquíloco y Aquiles olvidados

"No se puede la vida del hombre recuperar, ni comprar, una vez pasa la barrera de los dientes"(Aquiles, Ilíada 9,408)
El escudo que arrojé de mal grado en un arbusto,
soberbia pieza, ahora lo blande un tracio;
pero salvé la vida. ¿Qué me importa el escudo?
Otro tan bueno puedo comprarme.
(Arquíloco,traducción Ricardo Sánchez Ortiz)

ARQUERO

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jueves, 2 de septiembre de 2010

OCTAVA ROTURA: fracaso de las tragedias griegas




  LAS TRAGEDIAS GRIEGAS NOS MUESTRAN EL FRACASO ROTUNDO QUE SUPUSO EL REPRESENTAR UNAS ACCIONES FICTiCIAS en un ámbito de una crisis; parece q los griegos en un momento dado llegaron a la conclusión de que debían de hacer promesas y adquirieron la memoria;seguir y seguir queriendo lo querido una vez. Esto tiene dos lecturas: una positiva, en la que se ensalza el carácter educativo, y otra negativa en la que se quiere deshacer de los héroes, de los poderosos, pero a la vez esa bestia parda que era la tragedia quería comerse los sesos de su víctima; disponer anticipadamente del futuro: la educativa; en palabras no muy descontextualizadas de Nietzsche al principio de la Genealogía de la moral: “¡cuánto debe haber aprendido antes el hombre a separar el acontecimiento necesario del casual, a pensar causalmente, a ver y a anticipar lo lejano como presente, a saber establecer con seguridad lo que es fin y lo que es medio para el fin, a saber en general contar, calcular,-cuánto debe el hombre mismo, para lograr esto, haberse vuelto antes calculable, regular, necesario, poder responderse a sí mismo de su propia representación, para finalmente poder responder de sí como futuro a la manera como lo hace quien promete!”

Por otro está su vertiente heroica; las cualidades nobles que la tragedia quiere aprehender de los héroes, que son nobles y suscitan envidia; y esto porque los griegos creían tener una deuda con la divinidad que les hacía vulnerables al futuro, que no se extinguió ni siquiera tras el ocaso de la forma organizativa de la "comunidad" basada en el parentesco de sangre; esto ocurre en toda sociedad que acaba de escapar al totalitarismo reaccionario como gobierno coercitivo, de tal forma que la gleba mimetizó el culto a los dioses de los señores. En otro tiempo querrían imitar a los héroes; ahora es para ellos el héroe pesadumbre y horror y lo evitan de manera a como en otro tiempo se evitaban a las brujas. Ya no saben reposar con el brazo apoyado sobre la cabeza. Y entonces los dioses homéricos quedan fijados en lo que han sido, y vagan como sombras sin conciencia por la “apariencia” humana; son unas sombras mudas. Sólo el héroe tiene el remedio, aunque su remedio no es individual, él mismo es el acicate. El mundo propio y el mundo común, en las tragedias, no tiene solución de reconciliación. se pone de manifiesto esos dos tipos de personajes. Se describe todo un mundo con individuos fenoménicos, que sobreviven triunfantes como imagen del mundo contrario; hacen suyo el orden divino. El hombre, la humanidad, puesta en cuestión, se evapora con esa imagen.