Arquíloco y Aquiles olvidados

"No se puede la vida del hombre recuperar, ni comprar, una vez pasa la barrera de los dientes"(Aquiles, Ilíada 9,408)
El escudo que arrojé de mal grado en un arbusto,
soberbia pieza, ahora lo blande un tracio;
pero salvé la vida. ¿Qué me importa el escudo?
Otro tan bueno puedo comprarme.
(Arquíloco,traducción Ricardo Sánchez Ortiz)

ARQUERO

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lunes, 15 de diciembre de 2008

Antes no había nada


Antes no había nada, sólo un vacío que todo lo absorbía y abarcaba; después se formó la tierra de ancho pecho, suelo seguro de todas las cosas. Esto nos expone la Teogonía; para el campesino Hesíodo, pero de clase media, el mundo entero de objetos se basa en la tierra y de ella procede. En tercer lugar la energía de futuras producciones, Eros, el más hermoso de los dioses y de los hombres. Del caos surgieron la oscuridad y la noche. Ambas están emparejadas, y mediante el poder creador de Eros, las fuerzas positivas brotan de las potencias negativas: el día y la claridad celeste (Eter). El día es así hija de la noche y la claridad celeste hija de la oscuridad: el no-ser precede al ser. Así nos narra Hesíodo el surgimiento de la vida misma como justificación de tiempos viejos y antiguos, donde el hombre "se las tenía que ver" con la naturaleza; este viejo mundo, del que hoy tenemos nostalgia, porque nisiquiera somos capaces de hacernos una idea clara de lo difícil que resultaba entonces la vida en la tierra, porque no lo conocemos, porque ni la vida misma se conoce ahí, porque la inmensa gama de tonos afectivos que el mundo actual ha ganado a la naturaleza no tienen ni un ápice de similitud con los modos de "salir adelante" que el mundo antiguo ponía en juego. Lo único seguro es la tierra y antes el vacío, que todo lo puede, y donde otros colocaron las diversas genealogías de la fundación, aprovechando la coyuntura del poder que les dio la conquista de la tierra, y donde los demás no tenían derecho a vivir sino es por decisión de los "padres" de la fenomenología antigua,se instaló también Eros, que a todos pertenecía, pero que nadie vive su "efecto" como los "receptores" de la tierra, los que la heredaron por las jornadas de Eros, llegando así a la claridad de Eter; una claridad que es más confusa que difusa, que justifica más a la oscuridad que a la vida plena, quedando el hombre a espensas de una simulación de genealogías; de un "juicio" que se cree en condiciones de ejecutar una "doxa" verdadera, cometiendo una tremenda injusticia con los antepasados en la serie, con la tiranía, que sólo se puede vencer y justificar la venganza según la ley del talión, una ley que no es ley sino descontestualizada, marginada, una ley de "aprovechamiento", que desemboca en la soledad de las genealogías morales.

lunes, 8 de diciembre de 2008

ROBERT "PETE" WILLIAMS



soldado de la superviencia

"Paisaje llano y húmedo, duro y despiadado. Canales de agua oscura y embarrada. La maraña vegetal asfixia los arroyos, amontonando el légamo. Las casas son de maderas oscuras de recuerdos de pintura antigua. Las únicas señales de vida son las antenas de televisión que protuberan de los tejados". Así cuenta Sam Charters su viaje a la pequeña aldea en la que vivía Robert "Pete" Williams cuando fue a grabarle en 1973 unas sesiones que se publican en vinilo en the legacy of the blues vol.9. "El blues es algo que se echa encima, como un predicador. Cuando te sacude y tú estás en el garito y la gente bailando....el blues te sacude tan fuerte que empiezas a hacer blues que ni siquiera sabes". Así explica el gran lírico la puesta de blues, un arte tan olvidado por la estética musical clásica como por aquellos que siempre lo han imitado.
La Louisiana rural era entonces un estado dividido entre lo católico-francés y la nueva iglesia baptista frecuentada por familias de gentes de raíz pobre. "Pete" Williams vivía en una aldea al lado de las vías férreas, aunque nisiquiera las gentes del lugar podían decir exactamente dónde vivía; nisiquiera habían oído hablar de ese nombre; la fenomenología del blues primitivo todavía no puede ser entendida en ciertos círculos; si lo hubieran llegado a ver, no se lo creerían. Parece que sólo en un sitio público como la estafeta de correos, saben decir a Sam dónde vive este hombre.
La casa de Robert "Pete" la construyó él-mismo con sus manos, y su leib interno. Los materiales con los que se construyó la casa los encontró por los alrededores, así era el blues primitivo mismo, hecho a base de sudor y sensaciones encontradas, pertenecientes a todos y a ninguno, aunque no por contagio. En esa época el gobierno americano ya había abierto escuelas para los niños de la zona.
Sam Charters lo describe como un tipo con cierto aire de "insistencia física alrededor suyo", con una "presencia amenazante en su rostro"; "su piel es oscura, su boca, cuando está a solas con su pensamiento, tiene un mohín taciturno, sus ojos están semicerrados, quedamente vigilantes. Entonces comienza a hablar, los ojos se abren cuando se vuelve para sonreír, y se siente su franqueza, su repentina sensibilidad". A los diez años ya trabajaba como un hombre adulto; durmiendo debajo de sacos, de desayuno café y pan, y doce dólares por el sudor de un mes; cuando trabajaba de peón mató a un hombre y lo condenaron a cadena perpetua en la penitenciaria de Angola. La guerra como soldado de la supevivencia y la poesía de la tierra hiciron a éste hombre. Cuando sale libre de la cárcel vaga por EEUU y Europa sacando canciones con medio litro de vodka a sus pies, dejando que vengan a él. Si estos hombres eran unos insensatos, eso significa que el blues primitivo, como arte popular del que todo el siglo XX ha descargado, ha sido apropiado por la cultura propagandística de la música popular como lo extraño y misterioso. La insensaez, de todas formas, no es una característica del arte primitivo o arcaico (lo mismo podemos decir de la conducta de Arquíloco, por ejemplo, que también hacía poemas y canciones breves de estilo y metro diferentes, allá, no se sabe en qué año de la Grecia arcaica, y al que la sensatez más de una vez lo salvó de morir en la guerra de otros), sino de la sociedad que le sustenta.

Los versos vienen en las sugerencias de los sonidos del acompañamiento y del esfuerzo intelectual de la phantasia del poeta lírico; el material de esos versos, es a su vez recogido de los peonajes y años de presidio. La sensación del cantor de blues no sólo pertenece al oír las canciones, sino también en la casa misma del gran artista.
Lo que caracteriza al blues primitivo es la libre extensión que va dentro de la propia canción; los temas de conversación que tiene el artista son los de sus canciones, nos dice Sam; éstas no son más que una estructura controlada de su propia vida; o si no, lo que acaba de ocurrir ese mismo día: "Yo tengo mi pequeño negocio, sabe, y si el buen dios nos manda buen tiempo salgo con mi camión y recojo chatarra de metal. Pero hoy ha habido demasiada agua...La aldea va a tener todos los coches en la calles y las calles se ensuciarán detrás de ellos, y yo soy el que se los va a llevar". Toda esta opinión se puede exponer en un verso de blues, al que el artista transpone toda la vivencia, se crea a partir de lo que se sabe, o lo que ha ocurrido; esto hace el cantor de blues, y es todavía parte de lo que el propio cantante quiere decir. El nombre de la canción se lo da a partir del primer verso de la última estrofa, a diferencia de otros cantores de blues. La última de las palabras debe de estar en su lugar correspondiente. Dice el artista:

"No hay lugar donde pueda decirse que la vida termina y que-abre la funda de la guitarra, la saca mientras busca el dedal metálico que utiliza para algunas de sus canciones-el blues comienza". Este es el retorno de lo salvaje que significa el blues, fuera de todas las genealogías mitológicas de las familias fundadoras de todo "lo real" en al arte, ese "salvajismo" en el blues, o que éste nos trae, salta tan radicalmente, una vez compuesta la obra, a lo cotidiano o vivido, o desde ello, que hace que cualquier Stiftung en el arte sea algo embarranado, como los alrededores de la aldea.-