Arquíloco y Aquiles olvidados

"No se puede la vida del hombre recuperar, ni comprar, una vez pasa la barrera de los dientes"(Aquiles, Ilíada 9,408)
El escudo que arrojé de mal grado en un arbusto,
soberbia pieza, ahora lo blande un tracio;
pero salvé la vida. ¿Qué me importa el escudo?
Otro tan bueno puedo comprarme.
(Arquíloco,traducción Ricardo Sánchez Ortiz)

ARQUERO

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lunes, 12 de abril de 2010

Séptima rotura : El disfraz del balcón

El disfraz del balcón
Lo concreto no es rutina, ni ruina; ni la apariencia está desprestigiada por la sabiduría; por eso no divide nada que no esté ya dividido; entre la saciedad y el deseo no sabemos muy bien qué hay, sólo podemos quizás vivir en ello, en eso que hay ahí; pero no sin sujeción. De todas formas lo concreto está en oposición a lo abstracto en el esquema de la apariencia que pretende, tanto si el simio es un lascivo y se excede en sus apreciaciones sin contexto, como si se contrae en sus "des-preciaciones" en vistas de la exposición pública de su conocimiento. El problema es que lo concreto debe de pasar por algún conflicto antes de llegar a nuestro conocimiento; y ese "debe" no está definido a no ser por la costumbre, está al otro lado, en abstracto, eso que los filósofos acomodados no se atreven a romper porque creen que pierden un puesto; sin embargo, toda tradición busca y quiere que la desborden-Con lo cual sólo nos queda seguir en el pólemos, para no caer en un logos deficitario, hipostasiado, supuesto generador de la concretad y verdadera sabiduría sin disfraz. También por esto mismo creo que sólo nos queda la lucha como compensación, ni siquiera como crítica, pues todos los filósofos hacen oídos sordos, incluidos los más “zorros” en el negocio.
Lo concreto desborda y destruye "lo particular", en cuanto que el logos comunica con lo universal o lo común, que es el portador de la continuidad del conocimiento, y que en Heráclito sigue siendo divino; no existe el genio que crea de la nada, sino el astuto que con su instinto o su voluntad gana esa continuidad; aquí no hay arbitrariedad ni privilegios, pues estos contradecirían las convicciones morales que uno debe tener para llegar al conocimiento (véase aquí Prometeo); ahora bien, ¿se puede ser abstracto o sencillo y llegar a conocimiento? Aún no lo sabemos, porque si realmente hubiera "algo" fuera del mundo que ayudara a la voluntad para el conocimiento, el conocimiento de tal cosa se alcanzaría, si se lograse, siempre de forma negativa, e irremediablemente caeríamos en la metafísica; bien, entonces el problema es ese "debe"; porqué conflicto "debe" de pasar lo concreto para conocerlo? Como verás no se muy bien definir lo concreto, sin embargo intento explicar cómo llegamos a conocerlo; la dialéctica de Heráclito nos puede salvar de la metafísica pero no de la lucha que, no es hybris.
Todavía seguimos pensando en dos niveles: lo humano y lo divino; hay un fondo sapiencial, el momento de la sabiduría es el momento de paréntesis entre dos situaciones heterogéneas: 1/ mundo organizado en clave mítico – mitológica; 2/ Mundo organizado racionalmente; al hacer crítica del conglomerado mítico pronunciamos los primeros procedimientos lógicos de la filosofía; en el tránsito del mundo organizado mitológicamente, divino, al mundo organizado racionalmente, hay un desgajamiento de la realidad humana de la matriz divina, para qué? para sacar a la luz, no divina, la realidad humana, lo concreto de ella. Ya no se trata de traducir el lenguaje divino, o de leer las manos. Entonces surge a la vez el problema del lenguaje, pues aún no se ha acostumbrado a ser humano, plural, pues era un lenguaje adámico.- Por eso las cosas de la vida ordinaria se aparecían extrañas, con sombras, y la experiencia corriente se convertía en un ejercicio extraño si por otro lado, no se ejercita el nous, para ver qué de común hay en las cosas con mi "alma", voluntad, porque el que aprecia es uno mismo, no el dios.¨-
Claro que luego vino el lenguaje lógico – eidético de la filosofía, la institución simbólica del lenguaje, en el encuentro de la lógica de la formulación, y vuelve las cosas impensables, como los dioses o el no-ser, y lo primero el pensamiento mismo; así propugnemos la vuelta a una manera “natural” de estar en el mundo, olvidando las reglas, las morales, los discursos de Heidegger y la doctrina de los símbolos afilados, o cualquier cosa que pretenda más su "egoïte" que el honor a la dignidad filosófica; ahí se encuentra el disfraz, arma jugada por todos; incluso más por los “zorros”; así, la pasión de pensar se convierte en un enigma provisional, a la espera de la astucia de no se sabe muy bien qué o quién que nos salve del enigma; entonces caemos como siervos a los pies de la metafísica y la psicología que hace metáforas y las graba; y si no, ¿quién nos traduce la manera de estar en el mundo?
Cuando en las Investigaciones lógicas Husserl pone fuera de circuito al sujeto empírico y cualquier introspección psicológica del pensamiento, lo que está haciendo en realidad es descalzar a Heidegger, digamos, (quizás por eso lo echó de la Universidad), porque éste había tallado a la psicología humana con la constitución a priori de la idealidad perceptiva, y si no se empezaba por el sujeto, para sacarlo fuera de la percepción, paradójicamente no se alcanzaba el conocimiento; ¿quiere eso decir que el sujeto queda anulado? No, simplemente rezagado porque según el Fr. 23 de Heráclito: “Todas las cosas que se refieren a la vista, el oído y la experiencia directa, mathesis, son aquellas que yo aprecio”. Para Husserl esa apreciación debe ser puesta entre paréntesis; para Heidegger debe ser anulada, pues es demasiado estricta y ella misma cae en el "anonimato fenomenológico", encerramiento en el Dasein fáctico para encontrar la pasión del pensamiento; sin embargo eso no lo llevó nunca a la práctica. A pesar de que Heidegger asocia el “ánimo humano” a la manera en la que se encuentra en el mundo, no deja de considerar la afectividad humana como algo constituido a priori en la idealidad; el poder de fractura que achaca Heidegger al estado de “ánimo humano” de romper esa idealidad, tan solo justifica que se ha roto lo ya constituido; es una trampa natural; la apertura que genera esa fractura no procede de un conocimiento teórico, sino de la propia naturaleza; la disposición , el ánimo, dice, es anterior con relación a todo conocimiento y a toda voluntad: tiene su lugar en la afectividad en tanto facticidad de ser ya siempre arrojado del Dasein, y como en lo que él se ha encontrado ya siempre. Se puede decir que Heidegger es más viejo que todo estado de conciencia; tiene narices. El colmo es que Heidegger dice que eso, esa afectividad humana, no puede confundirse con lo inconsciente, sino con lo natural, porque la afectividad del Dasein es la condición de la apertura al mundo; Heidegger cita la Retórica de Aristóteles, libro II, como el único texto de la tradición donde las Stimmungen (disposiciones, ánimos), los afectos o las “pasiones”, son tratados en el plano óntico, fuera de toda psicología. Y esto ya es el colmo; su problema es que no atendió a la puesta entre paréntesis que Husserl propuso. Y es necesario llevar esa epojé hasta un escepticismo radical, no simple escepticismo; pero es otro tema-

El disfraz, protagonista de esta rotura, que actúa como el violonchelo en la melodía que nos impresiona, ¿es un espejo o una puerta? El espejo y la puerta no los considero equivalentes; prefiero la puerta, pues el espejo haría referencia ya a una idea moderna de mímesis que la sabiduría no tenía, pues en él el hombre forma parte de una vida colectiva, que él mismo critica, pero esencial para la sabiduría, y no refleja nada, sino que es la clave para escapar de la derrota; en otra época Dioniso hizo construir al hombre una trampa en la que éste perecerá, precisamente cuando cree ilusoriamente que está atacando al dios; por esto también el "logos" de Heráclito es un producto del hombre, en el que el hombre se pierde, se arruina, y eso maldecirá a toda la filosofía posterior, unas con otras no son más que ruinas de la anterior; ruina entre las ruinas. Ruinas sedimentadas de fenómenos para siempre enterrados. En concreto la sabiduría no deja de ser unos esbozos prematuramente abandonados, disfrazados, pero que la convierte, no así a la filosofía, en un fenómeno de mundo plenamente abierto, de lo que esta abierto, plenamente contingente; no trato de demostrar una esencia que no nos ha venido a visitar siquiera; la fenomenología más actual, sobrepasando a Husserl habla de Wesen salvajes de los esquemas y fase en estado abierto, incluso hay pseudoesquemas que instalan una armonía preestablecida en el conocimiento. ¿En qué consiste ese poder esquematizante en el conocimiento?
Hay una idea primitiva del logos que encontramos en Heráclito que es la de "recogimiento", legein, versión del logos como “recogimiento”, legein¸ de ésta idea primitiva, si el recogimiento conduce a una organización precipitada, aquel lo impide el pólemos. Éste mecanismo, donde está Sófocles, va hacia la falsificación que hace el cristianismo y luego a la tecno – ciencia. A estos les respondería que no todo es devenir, no todo es humo, interpretando a Heráclito mismo, pero tampoco está fijado todo en un comienzo o creación.
Hay otro peligro, y es confundir lo mítico con lo mitológico; el relato mítico presenta una pluralidad originaria; en cambio el relato mitológico es único, y es el que coge el cristianismo para fundarse, y relato, de hecho, de una transformación regulada por códigos y recódigos de la genealogía cultural en el interior de sí – misma; matriz de origen simbólica de la causalidad que, a fin de cuentas busca una apariencia de “regularidad”; causalidad que no explica nada y se lleva siempre a su matriz de origen. Código genealógico. Fenómeno de lenguaje paralizado. Teleología de la identidad mediante su concepto abstractivo de la iluminación en vista de su identidad. Como si el concepto fuera finalmente causa inteligible, simbólica, de las cosas en su identidad; identidad que se convierte en Objeto finalístico, en el sentido kantiano: “El concepto de fines y finalidad es un concepto de la razón, en cuanto que se le atribuye el fundamento de la posibilidad de un Objeto” ; La razón del pensamiento mitológico es maquinal y, como el mismo Kant nos dice en este texto aún más revelador: “Las piezas de las máquinas son causa del efecto que se hace visible en ellas, no en cuanto cada una por sí misma tiene un fundamento aislado de su posibilidad, sino en cuanto todas juntas tienen uno común. Como es absolutamente contrario a la naturaleza de las causas físico – mecánicas que el todo sea la causa de la posibilidad de la causalidad de las partes, y estas deban más bien ser dadas previamente para concebir a partir de ellas la posibilidad de un todo; como, además, la representación particular de un todo que precede a la posibilidad de las partes, es una mera idea, y ésta si se considera como fundamento de la causalidad se llama fin, entonces está claro que si existiesen tales productos de la naturaleza es imposible descubrir sólo mediante la experiencia su cualidad y las causas de ésta (y aún menos explicarla por la razón) sin representarse su forma y causalidad según un principio de los fines”. (Textos de “Primera introducción a la “Crítica del juicio” ”, ed. Visor, p.90.) La expresión más clara para esto el la de la "petición de principios". Entonces el pólemos lo que no deja definir, como vemos, es esa petición de principios, el "debe"; el hombre está perdido aunque crea tener unos principios, la filosofía es imposible sin el pólemos. Y la manera de estar en el mundo no hay héroe que la traduzca, pues acorde con el pensamiento arcaico de Heráclito y el trágico de Sófocles, y por ejemplo, por poner un ejemplo contemporáneo, el de la película "∏", de Darren Aronofsky, todo aquel que se queda en su mundo propio acaba "finalizando" el universo, el dar una explicación definitiva repercute contra el héroe que nos traduce el mundo, su discordancia eterna con el transcurrir del mundo; aunque de hecho esto sea muy diferente y no más que una impresión.
Las impresiones, sean esencias o no, no se pueden concretar, la búsqueda se queda en lo vacuo. Los que sobreviven triunfantes como imágenes del mundo contrario (aquí sí entra el espejo) hacen suyo el orden divino, según Heráclito. El mundo humano real, es un mundo doblado en el que no cabe vivir en lo humano como hombres. Y ya tampoco podemos ser dioses, y visto que suplantarlos es una idiotez, ¿podremos acaso ser héroes? Pienso que sí, pero como héroes prepolíticos, culturales pero lejos de los mitos de fundación, y acaso filósofos que pretenden adquirir la razón.
Las creencias no se pueden saber si son conscientes o inconscientes, porque no se pueden rastrear, a pesar de Husserl; sólo diré que por el hecho de que debamos "situarnos" en el mundo no se desprende que lo estemos debido a las creencias y, que debido a que la serie a reastrear sea infinita para poder conocer cómo lo estamos tengamos que admitir que no hay una explicación para nuestra estancia en el mundo porque el conjunto de prácticas se pueda expandir indefinidamente; decir que este indefinidamente puede estar perfectamente definido en una "farsa" infinita que es el mundo por ejemplo; el saber concreto del lenguaje y del mundo depende de un simple respirar de la naturaleza; el conocimiento ha desaparecido del mundo a partir de Heráclito, porque precisamente no ponía referencia a Dios, o al alma, o a Zeus, «Dios no puede tener ninguna referencia» (salvo para quien padezca experiencias místicas, y entonces serán sus sentimientos
nuestras referencias, esto lo dice Gustavo Bueno). Claro que todo es engaño, y la trascendencia y el inconsciente aún más; dice Nietzsche:
"El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir; aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe “formas”, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas. Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo, mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han conseguido eliminar los ronquidos. En realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que, al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre! ¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? """"""""""""""""""""""""""
No creo que se esconda aquí ningún tercer hombre, y si lo hace, más habría caer sobre él.-






1 comentario:

  1. Amigo Hercules, Heracles o Melkart, saludos de nuevo.

    Me he dado una vuelta por tu blog. Dado que casi todo ya ha sido debatido, insisto en el “tercer hombre”. Dado que “si nada esta dado no es posible la comparación”, ese “dado” previo a los razonamientos, de los que los lados de la puerta son un ejemplo, necesariamente, “desde un punto de vista lógico”, que no tiene por qué ser consciente, es “lógicamente” necesario presuponer lo que se ha venido en llamar el tercer hombre: el super catálogo de los catálogos que diría Russell. El tercer mundo de Popper.

    Otras consideraciones sobre el “debe” quedan para otro día.

    Saludos del buho.

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