En un juego vano,
al que la voluntad nos obliga,
nuestra forma de estar en la realidad
no merece la pena.
Mientras el arte hace huecos
la moral deshace obligaciones:
esa es la triste descripción de la vida actual.
Andar los planetas, las naves,
que nadie afronte el sufrimiento,
andar locos sueltos por la calle,
de phantasia.
Sin señales de vida,
que nadie responda;
la conformidad del padecimiento
excede lo ordinario, el tiempo del juicio.
Sana razón sin delirio,
operación del entendimiento:
pronóstico de astrólogos.
Cualquier preludio busca acabar,
se extingue y se apaga como fuego vano,
en filosofía ni siquiera sirve de entrada.
Sin rumbo ni orden,
sólo por absorción o por emisión
sobrevive como corpúsculos dando saltos.